Información General
Discapacidad Auditiva
L as personas nos relacionamos con nuestro ambiente y las personas que nos rodean usando nuestros cinco sentidos. En general, la audición es el segundo sentido más usado por las personas para obtener información y es el sentido más importante para la comunicación, por ello cuando este sentido no funciona adecuadamente, la persona con sordera y aquellas que están a su alrededor deben adaptarse para continuar comunicándose bien, y que no se limite el desarrollo personal y social de la persona con sordera.
La discapacidad auditiva es un déficit total o parcial en la capacidad de oír de una persona, lo cual afecta la generación y desarrollo de las representaciones mentales basadas en sonidos.
Dependiendo del momento de vida en el cual se produzca la discapacidad, y en función de la adecuación del proceso educativo y/o de rehabilitación, las personas podrían comunicarse con otras usando la lectura labio-facial, o usando solamente el lenguaje de signos (también llamado lenguaje de señas).
En la actualidad el término discapacidad auditiva se usa para describir todos los tipos y grados de pérdida auditiva, así, la palabra sordera puede hacer referencia tanto a una pérdida auditiva leve como a una profunda. Las personas con discapacidad auditiva pueden estar en una de dos condiciones:
- Hipoacusia: Las personas tienen una audición deficiente que, no obstante, resulta funcional para sus actividades cotidianas, aunque necesitan el uso de prótesis. La persona con hipoacusia puede adquirir el lenguaje oral escuchando, mediante un entrenamiento.
- Sordera profunda (Anacusia): La audición no es funcional para la vida diaria, y las personas no pueden adquirir el lenguaje oral por la vía auditiva.
De acuerdo a su localización, se distinguen tres tipos de sordera:
- De transmisión o conducción, cuando el daño se encuentra en el oído externo o medio.
- Neurosensorial o de percepción, cuando existe algún impedimento dentro del oído (en la cóclea o el nervio auditivo) o en el la zona del cerebro que recibe la información auditiva.
- Mixtas, que tienen elementos de las dos anteriores.
Los niños y las niñas con sordera no desarrollan el lenguaje de forma espontánea, como lo hacen quienes no tienen sordera, por ello la adquisición y desarrollo del lenguaje es fruto de un aprendizaje intencional, apoyado por otras personas. Las niñas y los niños con sordera de padres y madres que pueden oír aprenden el lenguaje oral que se utiliza en su familia, en cambio hijos e hijas de padres y madres que también tienen sordera aprenden de forma natural el lenguaje de signos. En algunos casos niños y niñas aprenden simultáneamente el lenguaje oral y el de signos.
No escuchar no sólo es vivir en silencio…
Las deficiencias parciales o totales de la audición afectan la comunicación, y con ello, los procesos de socialización y de aprendizaje de niños y niñas.
Aprender implica adquirir conocimientos, lo cual depende de la capacidad de una persona para recibir información y con base en ella, elaborar significados adecuadamente. Los niños y niñas con sordera, al recibir menos información del medio que les rodea, tienen mayores dificultades para adquirir conocimientos.
Las personas con debilidad auditiva tienen una inteligencia semejante a la de quienes escuchan bien, sin embargo es frecuente que haya un retraso en la adquisición de distintas destrezas o habilidades propias de cada etapa de desarrollo, en comparación con los niños y niñas oyentes, a causa de las dificultades para recibir información auditiva y comunicarse, por ejemplo:
- El juego simbólico, que utiliza la fantasía e imaginación del niño(a), se desarrolla más tardíamente y de manera más limitada.
- Se desarrolla más lentamente la capacidad de autorregulación y planificación de la propia conducta.
- La capacidad de anticipar situaciones y el control de los propios procesos cognitivos se desarrolla más lentamente.
El tiempo es oro…
En personas con sordera los primeros años de vida son de suma importancia para que se alcance un óptimo desarrollo del lenguaje, y de la capacidad para mantener el equilibrio del cuerpo, pues éste depende mucho del buen funcionamiento del oído.
Identificar la pérdida auditiva en los primeros años de vida, junto con orientación a padres y madres, ayudará a que el niño(a) con sordera reciba la estimulación necesaria para desarrollarse adecuadamente.
A toda persona, en cualquier edad, puede evaluarse su capacidad de oír: hasta los recién nacidos están en condiciones de ser examinados mediante pruebas seguras, inofensivas y fáciles de administrar.
Si se sospecha de algún trastorno auditivo es muy importante no “esperar a ver qué ocurre”, ya que en muchos casos se pierde tiempo muy valioso para la rehabilitación del niño o niña, porque a veces quienes conviven cotidianamente con el o la pequeña (familia, amigos o maestros) prefieren esperar para comentar que creen que hay un problema, pensando que podría ser algo pasajero.
Cuando se sospecha que un niño o niña tiene un problema para escuchar, lo primero es acudir con un médico especializado en audiología, que entre otras cosas ayudará a:
- Medir el grado de discapacidad en cada oído.
- Averiguar qué ocasiono el problema.
Determinar si la sordera podría revertirse con una operación, o si no es así, recomendar un aparato o auxiliar auditivo.
¿Cómo identificar que hay un problema de audición?
Observar si a la persona le ocurren alguna(s) de las siguientes situaciones:
- Muestra preferencia para escuchar con un solo oído.
- Frecuentemente tiene infecciones en el oído (puede incluso faltar recurrentemente a clases por infecciones o gripas).
- Se queja de mareos o zumbidos en uno o los dos oídos.
- Tiene dificultad para localizar sonidos.

- No siempre responde cuando se le llama por su nombre.
- Le es difícil escuchar la voz de otras personas.
- Le cuesta trabajo seguir las explicaciones en la clase.
- Se distrae fácilmente en clases o en cualquier otra actividad.
- Tiende a aislarse de las demás personas.
- Frecuentemente pide que le repitan las instrucciones o explicaciones.
- Depende mucho de la información visual para entender los mensajes orales.
- Habla con volumen demasiado alto o bajo.
- Las tareas y labores académicas le cansan más que a sus compañeros(as).
- Participa muy poco, o nada, en las charlas y discusiones en grupos, ya sea en la escuela o con familiares o amigos(as).
- Presenta irritabilidad a consecuencia de la frustración por la dificultad de realizar algunas actividades.
- Su lectura es deficiente en comparación con otros compañeros de su grupo.
- Es dependiente de lo que hacen sus hermanos(as) y/o compañeros(as) para hacer actividades cotidianas, o imita con frecuencia lo que hacen los demás.
- Habla poco y mal, con frases muy sencillas para su edad.
- Confunde palabras que suenan similares.
- Muestra deficiencias en palabras o frases al hablar o escribir (por ejemplo usar mal los verbos, los tiempos, los artículos, etc.)
- Distorsiona u omite sonidos al hablar.
- No habla en un volumen adecuado: o lo hace en un tono muy fuerte o muy bajo.
- Le resulta difícil trabajar en silencio: hace ruidos con su propio cuerpo para no perder la conexión con las demás personas, por ejemplo, aplaude, emite sonidos con la boca, golpea la mesa, etc.

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